Cómo NO elegir una cámara; la antiguía

Cómo arruinar una verdura, cómo asesinar un pescado, cómo fracasar en un restaurante. . .

Formas de elegir mal una cámara hay muchas, pero posiblemente la más rápida y eficaz es fiarnos de los premios que se reparten a lo largo del año y que en estas fechas proliferan cual titulares de risa en La Razón.

Los llaman "mejores productos del año", y cuenta la leyenda que en noviembre y diciembre un director de "marketing" o comunicación podría atravesar la Península saltando de premio en premio y de gala en gala sin tocar el suelo. Ni la realidad.

 El caso es que si quiere fundirse unos cuantos euros y sentir a los dos días esa incómoda sensación de haber hecho el tonto, coja alguna de las listas de estos premios y, con un par, diríjase a su tienda de confianza. Así, si quiere la mejor compacta del momento acabará con una Samsung Galaxy Camera entre las manos. Y si lo que busca es la mejor sin espejo del mercado, no lo dude: Canon EOS M. Es tan buena que es posible nombrarla la mejor del año sin haberla probado. ¿Milagro? No, morro.




Ser un enfervorecido "fanboy" con más entusiasmo que criterio -o dejarse arrastrar por uno de ellos- es otra buena manera de meter la pata a la hora de elegir cámara. Para ellos lo que importa del nombre de un modelo es la primera palabra. Tal o cual trasto es bueno porque es Nikon o Canon o Sony… y quien diga lo contrario o es tonto o no tiene ni idea. O las dos cosas.

 Si les escucha, por ejemplo, es posible que descarte la estupenda K-30 porque es Pentax o la Cyber-shot DSC-RX100 porque es Sony. Y es que, como todo el mundo sabe, sólo Nikon y Canon saben hacer cámaras. Así que no lo dude: puesto a elegir una cámara decida primero qué marca prefiere e ignore todas las opciones de la competencia. Los genios trabajan así.

 Para hacer el pardillo es básico también no informarse antes ni leerse opiniones o análisis de gente que supuestamente sabe algo del tema. Vaya sin ninguna idea y póngase en manos del comercial de turno. O de su cuñado, que hace unas fotos increíbles con el iPhone y este año estuvo a punto de participar en el "reality" ese del World Press Photo. Pero al final no le llamaron.

 Los enterados y los vendedores que llevan tatuado en la frente "comisión" son los mejores consejeros del mundo. Para que no se despiste y pueda localizar uno fácilmente ahí va un pequeño truco: son los que antes de preguntar nada sobre sus preferencias, presupuesto o manías sueltan algo del tipo "la Cakony K6 es la mejor y hace unas fotos brutales".

 ¿Y donde me informo si todos los medios están vendidos a los anunciantes? ¡Nos ha pillado! Pero te contaré un secreto: los únicos fiables son aquellos a los que les gusta todo, que jamás critican ninguna cámara y que, en general, muestran ese encendido entusiasmo de quien no tiene muy claro de lo que está hablando. Si su prestigio está a la altura de los informativos de Telecinco y las condiciones laborales de sus redactores rivalizan con las del The Huffington Post, mejor aún. Todo el mundo sabe que la mejor forma de escribir con profesionalidad y seriedad de algo es no cobrar. O cobrar una mierda.

 También es muy importante dejarse llevar por esos topicazos que, por mucho que demos por enterrados, siguen ahí. Así que anote bien grande en su cabeza ideas como que las cámaras buenas son las grandotas y negras, que cuantos más megapíxeles, mejor, y que tres cuartos de lo mismo con el zoom: las mejores cámaras son las que tienen un objetivo de muchos aumentos. Poner en duda esas tres grandes verdades fotográficas es -recuerde- de acomplejados.

 Creerse el más listo del barrio es otro gran camino hacia el éxito en esta compleja elección. La gente se gasta una fortuna en cámaras y ópticas porque no tienen ni idea, no saben buscar o son unos caprichosos. ¿300 euros por una compacta? ¿600 por una réflex? ¡Pringaos! Tú eres bueno y sabes que esa compacta de Hello Kitty de 50 euros que acabas de comprarte en el Lidl es una ganga. A por ella, campeón. Y suerte. La vas a necesitar.


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